Editorial Revista Crepúsculo n. 35 Ambiente

Editorial

 

«Che el ambiente está viciado, ¿cómo hacen para pensar?» dijo fulano como todo saludo al entrar a la redacción de Revista Crepúsculo. Completó la frase abriendo de par en par las ventanas y llenando el aire de aromas frescos y canto de pájaros. Salvo algún reproche ocasional, se agradeció en silencio esa bocanada. El gesto formaba parte de la rutina del grupo y era expresado como consejo, reto, o como chiste según el humor con el que fulano llegaba a la oficina. No se limitaba a las ventanas si no que también a veces aplicaba el rigor del feng shui en los muebles o con los útiles que cada quien tenía sobre su escritorio. Lámparas apagadas, estufas en piloto y cables enrollados con fruición lo caracterizaban.

Un ánimo de equilibrio atravesó las conversaciones que siguieron, entre dos o tipo asamblea se extendió un amplio abanico de posibilidades para hacer referencia al entorno, a los que nos rodea, a su preservación o su cambio rotundo.

Siempre eran festejados estos tipos de intercambio, cuando el ida y vuelta de la palabra cristalizaba de modo tan cabal una idea -en este caso la de ambiente- que por unanimidad se transformaba en el tema central de la edición.

Durante el rato en el que se escriben estas palabras, el tiempo compartido y su transcurso sedimenta en este grupo de trabajo una serie de mañas, jergas, comportamientos y rituales considerados únicos, pero al mismo tiempo tributarios de experiencias previas. El ambiente del periodismo y las redacciones.

Combustiona la maquinaria del sistema y nosotres con ella, la atmósfera de los días por momentos es densa; se torna necesario abrir de par en par las ventanas para recibir la bocanada. Ilusión y realidad, a veces no hay cortina que correr y hay que imaginarlas para sacarse de ambiente.